MIS BATALLITAS CON LA RADIOTELEGRAFÍA

(EA8NQ, 18/05/2016)

Prólogo

He escrito lo que sigue en primera persona, aunque con cierto pudor, pues no quisiera que parezca un intento de mostrar mis logros, sino la forma un tanto artesanal en que se practicaba la radiotelegrafía hace años. En cualquier caso, no creo que "mis logros" sean para echar muchos cohetes.

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Todo empezó allá por los años 1970. En aquella época yo estudiaba para radiotelegrafista en una modesta academia en Porlamar (isla de Margarita, Venezuela), en un curso dirigido por el profesor Isidro Spinetti, polifacético personaje, exboxeador, músico, compositor, profesor de canto y radiotelegrafista. El profesor Spinetti falleció hace poco, rodeado del afecto de sus muchos alumnos y de homenajes por su contribución al folclore de la isla de Margarita.

En Venezuela, el diploma de radiotelegrafista lo concedía el Ministerio de Comunicaciones, y para obtenerlo había que aprobar un examen ante un tribunal designado por dicho Ministerio. El curso que se impartía en la academia duraba dos años, pero antes de terminar el segundo año se nos informó de que el escaso número de alumnos no cubría los gastos, principalmente los salarios de los profesores, y se nos propuso que siguiéramos por nuestra cuenta; los profesores nos darían los apuntes de las asignaturas (geografía, inglés, matemática, mecanografía, radiotecnia, radiotelegrafía ─recepción y transmisión─ y reglamentación), podríamos seguir usando las instalaciones de la academia y el profesor Spinetti nos ayudaría de vez en cuando. A falta de mejor opción, varios estudiantes aceptamos y durante un tiempo seguimos asistiendo a la academia. Como lo más importante era la práctica de la recepción (a oído y con máquina de escribir), y eso podía hacerlo en casa, terminé dejando la academia y seguí preparándome por mi cuenta.

Buscando señales para practicar el código Morse, encontré las emisiones de la agencia de noticias SINJUA (Nueva China), que transmitía en español a través de la estación ZAZ5 en una frecuencia cercana a la banda de 40 metros. La transmisión era perfecta, sin duda hecha con aparatos automáticos, a unas 35 wpm (palabras por minuto). Dicha velocidad era entonces inasequible para mí, así que modifiqué un grabador de casetes para poder variar la velocidad de la cinta. Con este sistema grababa a la velocidad normal y reproducía aproximadamente a la mitad, lo que daba unas 17-18 wpm que sí estaban a mi alcance, y progresivamente fui aumentando la velocidad de reproducción. Para la captación de las señales usaba un receptor de comunicaciones con cinco válvulas que había montado como parte de un curso de electrónica por correspondencia que había hecho unos años antes. El receptor no era una gran maravilla (mis habilidades para el montaje tampoco), pero funcionaba aceptablemente.

Un día el profesor Spinetti me dejó un viejo receptor Hallicrafters S-85, que él había usado cuando estudiaba y que tenía desde hacía tiempo abandonado en un trastero. Después de una concienzuda limpieza para librarlo de años de polvo y de un nido de avispas que habían elegido el receptor como su casa, el aparato funcionaba magníficamente, como es de esperar de un Hallicrafters, con sus vetustas válvulas octales de vasija metálica, y sobre todo comparado con mi modesto kit.

Aquellos eran los años de la guerra del Vietnam, y las transmisiones de SINJUA eran pura propaganda (obviamente desde el punto de vista chino). Abundaban noticias del tipo "el glorioso ejército del Viet Kong ha derribado un helicóptero norteamericano, matando a ... oficiales", etc. Así que, para poder usar aquellas magníficas transmisiones ─técnicamente hablando─ tenía que saturarme de propaganda. Pero un día ZAZ5 dejó de transmitir (supongo que pasaron a hacerlo en radioteletipo) y tuve que volver a recorrer las ondas en busca de señales en Morse. Esta vez encontré la agencia soviética TASS, que transmitía en varias frecuencias con distintivos largos del tipo RX55/RZ32/RO47... Las transmisiones también eran automáticas, en español, pero de noticias más generales que las de SINJUA (aunque siempre con el sesgo propio de la guerra fría) y a velocidades mucho mayores, de más de 50 wpm. Para entonces ya podía copiar a más de 20 wpm y el sistema de grabar a una velocidad y reproducir a otra más lenta seguía siendo útil.

Así estuve practicando durante meses para aumentar mi velocidad de recepción. En la academia nos habían dicho que esa era la prueba más difícil, pues no hay posibilidad de corregir ningún error. Cuando me consideré suficientemente preparado me presenté al temido examen. La sorpresa fue que, justo antes de comenzar la prueba de recepción, nos dijeron que sería a 18 wpm, velocidad muy inferior a la que yo ya dominaba. No recuerdo lo que pensé en ese momento, pero sería algo así como "esto está chupao". En efecto, la prueba fue cómoda y salí bastante bien. Sobre esto siempre he dicho que, como no sabía a qué velocidad iba a ser la prueba, tiré por lo alto y me pasé de entrenamiento. Algo así como aquel corredor que se preparó concienzudamente para una maratón, y cuando llegó el momento de la carrera resultó que solo eran 100 metros marcha...

Aprobado el examen y obtenido el ansiado diploma de radiotelegrafista de 2.ª clase, traté de conseguir empleo en el servicio telegráfico de Venezuela, lo cual me fue imposible. Sin embargo podía ejercer de "guardiero", que es como llamaban al operador que cubría el turno de otro. Esto lo acordaban ambas partes (incluyendo el pago por dicha sustitución), dando cuenta al jefe o supervisor del turno respectivo. Así pasé unos dos años y muchas horas como operador profesional y, al cabo de un tiempo pude obtener el diploma de radiotelegrafista de 1.ª clase, que se concedía por acreditar experiencia práctica. Curiosamente, como profesional nunca usé el Morse, pues en la estación de Porlamar ya lo habían sustituido por máquinas de teletipo que comunicaban con Caracas y otras tres ciudades de Venezuela. Como no quería perder facultades con el código Morse, seguí practicando la recepción y transmisión, esta vez por pura afición.

En 1975 me hice radioaficionado, obtuve el distintivo YV7PF y me dediqué sobre todo a practicar la radiotelegrafía, al principio con manipulador manual y con "vibro", que es un manipulador semiautomático que tiene una especie de péndulo, el cual permite transmitir una serie de puntos con un solo movimiento. También usé varios manipuladores electrónicos de construcción casera. Por esa época ya escuchaba las emisiones de la W1AW, estación de la ARRL (siglas de "American Radio Relay League", principal asociación de radioaficionados de los EE.UU.). Esta estación transmitía ─y aún lo hace─ prácticas en código Morse a velocidades de 5 a 35 wpm y boletines para radioaficionados a 18 wpm. Por el interés que tenían para mí los boletines, me dediqué a copiarlos, pero esta vez usaba el grabador a la inversa: grababa a baja velocidad y reproducía a otra mayor, de manera que podía practicar la recepción a velocidades de más de 30 wpm.

En 1985 mi familia y yo regresamos a Canarias, la tierra que nos vio nacer, dejando atrás 26 años de trabajosa pero feliz estancia en Venezuela, además de muchos recuerdos y buenos amigos. Aquí he seguido mi actividad como radioaficionado, primero como EA8BLC, y a partir de 1992 como EA8NQ. Sigo practicando la radiotelegrafía, sobre todo en concursos, y sigo recibiendo los boletines de la ARRL. Las señales de la W1AW no siempre llegan con la intensidad necesaria para una copia perfecta, pero hace unos años descubrí el WAVGEN, un estupendo programa creado por Joseph Speroni, AH0A, que produce archivos de audio (.wav) con señales en código Morse a partir de un archivo de texto. Las señales son perfectas y se puede elegir la velocidad, el tono y otras características del sonido generado. Ahora, además de copiar los boletines por radio siempre que puedo, los recibo por correo electrónico, los paso por el WAVGEN para producir archivos a 40 wpm (mi velocidad límite por el momento), los traduzco y los envío a una lista de distribución y a un sitio de Internet, donde pueden ser consultados. Y espero seguir en ello, mientras el cuerpo aguante ☺



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